síntomas, causas, tratamiento y consecuencias

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La hemorragia cerebral es un tipo de accidente cerebrovascular (ACV) en el que se produce un sangrado alrededor o dentro del cerebro, debido a la rotura de un vaso sanguíneo, generalmente una arteria.

Es un evento grave, generalmente causado por un golpe en la cabeza, que puede llevar a la persona a un estado de inconsciencia profunda, así como sensación de náuseas, vómitos, disminución del ritmo cardíaco y pérdida del equilibrio.

Siempre que se sospeche de una hemorragia cerebral, es muy importante pedir ayuda médica, para confirmar el diagnóstico e iniciar el tratamiento lo antes posible, para evitar consecuencias, como dificultad para caminar, hablar o comer, por ejemplo.

Síntomas principales

Los principales síntomas de la hemorragia cerebral son:

  • Dolor de cabeza intenso y repentino que puede durar días;
  • Entumecimiento u hormigueo en cualquier parte del cuerpo;
  • Vómitos;
  • Pérdida del equilibrio;
  • Temblor en las manos;
  • Disminución de la frecuencia cardíaca;
  • Debilidad generalizada;
  • Cambios en la visión, como ver todo muy oscuro, tener un campo de visión reducido o ceguera;

En condiciones más graves, también puede haber ataques epilépticos repentinos o pérdida profunda y prolongada del conocimiento en la que la persona es incapaz de responder a los estímulos.

¡No ignores tus síntomas!

Cómo confirmar el diagnóstico.

El diagnóstico de hemorragia cerebral se realiza mediante pruebas de imagen, como la resonancia magnética, la tomografía computarizada y la angiografía, con o sin contraste, que permiten valorar la presencia de sangrado o lesiones en el cerebro.

El médico también puede solicitar una punción lumbar, en la que se toma una muestra de líquido cefalorraquídeo (LCR) y se evalúa en el laboratorio para identificar la presencia de sangre.

El mejor médico para confirmar el diagnóstico de hemorragia cerebral y recomendar el tratamiento más adecuado es un neurólogo. Sin embargo, al tratarse de una emergencia médica, siempre que exista sospecha de hemorragia cerebral, es importante acudir rápidamente a urgencias.

Tipos de hemorragia cerebral

La hemorragia cerebral se puede clasificar según la localización en la que se produce:

1. Hemorragia intraparenquimatosa o intracerebral

La hemorragia intraparenquimatosa es más probable que ocurra en personas mayores y aparece cuando el sangrado ocurre dentro del cerebro. Es el tipo más grave, pero también el más común. Suele ocurrir debido a tumores, trastornos de la coagulación y vasos malformados.

2. Hemorragia intraventricular

La hemorragia intraventricular ocurre en los ventrículos cerebrales, que son cavidades en el cerebro donde se produce el líquido cefalorraquídeo. Este tipo de hemorragia normalmente ocurre en recién nacidos prematuros, dentro de las primeras 48 horas después del nacimiento, o que tuvieron alguna complicación inmediatamente después del nacimiento, como el síndrome de dificultad respiratoria.

3. Hemorragia subaracnoidea

Esta hemorragia suele producirse por la rotura de un aneurisma, pero también puede ser consecuencia de un golpe, y se caracteriza por un sangrado en el espacio entre dos capas de las meninges, la aracnoides y la piamadre.

La duramadre, la aracnoides y la piamadre son las capas constituyentes de las meninges, que son membranas que recubren y protegen el sistema nervioso central. La hemorragia subaracnoidea suele ocurrir en personas de entre 20 y 40 años.

4. Hemorragia subdural

La hemorragia subdural ocurre en el espacio entre la duramadre y las capas aracnoides de las meninges y es el resultado más común de un traumatismo.

5. Hemorragia epidural

Este sangrado ocurre entre la duramadre y el cráneo y es más común en niños y adolescentes como resultado de una fractura de cráneo.

¿Qué causa la hemorragia cerebral?

La principal causa de hemorragia cerebral es el traumatismo craneoencefálico, provocado por un fuerte golpe en la cabeza. Sin embargo, existen otras afecciones menos comunes que pueden favorecer el sangrado, como por ejemplo:

  • Presión arterial alta no controlada;
  • Consumo excesivo y crónico de alcohol;
  • Uso de drogas, como cocaína o anfetaminas;
  • Angiopatía amiloide, que es la inflamación de pequeños vasos del cerebro;
  • Enfermedades de la sangre, como la trombocitemia y la hemofilia, que dificultan el proceso de coagulación;
  • Uso de anticoagulantes, ya que dificultan la coagulación, lo que puede favorecer el sangrado;
  • Tumores cerebrales.

Otra causa común de hemorragia cerebral es un aneurisma cerebral, que es una dilatación de un vaso sanguíneo en el cerebro. Esta dilatación hace que las paredes del vaso se vuelvan delgadas y frágiles y puedan romperse en cualquier momento, provocando una hemorragia. Conozca los síntomas que ayudan a identificar un aneurisma cerebral.

Cómo se realiza el tratamiento.

El tratamiento de la hemorragia cerebral debe realizarse lo más rápido posible en el hospital y normalmente se realiza con cirugía para extraer la sangre que se acumula dentro del cráneo, con el fin de reducir la presión y evitar daños permanentes en el cerebro.

Además de la cirugía, el médico también puede recomendar un tratamiento con medicamentos para controlar la presión arterial, convulsiones y posibles infecciones. En casos más graves, también pueden estar indicadas transfusiones de sangre.

Para mejorar la calidad de vida tras una hemorragia y evitar lesiones, es importante acudir a un fisioterapeuta o terapeuta ocupacional. Vea cómo es la recuperación después de un derrame cerebral.

Consecuencias de la hemorragia cerebral

Después del sangrado, algunas personas pueden tener secuelas, como dificultad para hablar, tragar, caminar, realizar actividades diarias o pueden quedar paralizadas.

Tan pronto como aparezcan los primeros síntomas de hemorragia cerebral, se debe acudir inmediatamente al médico para que pueda iniciar el tratamiento, ya que la gravedad de las consecuencias depende del grado de sangrado.

La mejor forma de prevenir la aparición de una hemorragia cerebral y, en consecuencia, sus consecuencias, es realizando actividades físicas y llevando una dieta sana, equilibrada, baja en grasas y sal.