Un ictus hemorrágico es cuando un vaso cerebral se rompe, provocando un sangrado en el sitio, lo que puede provocar síntomas como dolor de cabeza intenso, convulsiones, vómitos y pérdida del conocimiento, y poner en riesgo la vida de la persona.
Normalmente, el ictus hemorrágico se produce debido a una presión arterial alta no controlada, pero también puede ser causado por la malformación de los vasos del cerebro, aneurismas y tumores, siendo más común en hombres mayores de 55 años y fumadores.
Si se sospecha un accidente cerebrovascular hemorrágico, se recomienda acudir a urgencias o pedir ayuda médica lo antes posible, porque es una afección grave que necesita ser identificada y tratada rápidamente para evitar el desarrollo de secuelas.
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Síntomas principales
Los principales síntomas del accidente cerebrovascular hemorrágico son:
- Fuerte dolor de cabeza;
- Náuseas;
- Vómitos;
- Dificultad para hablar o tragar;
- Confusión mental;
- Dificultad para mover partes del cuerpo, como brazos o piernas;
- Falta de coordinación motora;
- Visión doble;
- Pérdida de consciencia;
- Pérdida del equilibrio;
- Convulsiones.
Si se sospecha un ictus hemorrágico, se recomienda acudir a urgencias para una evaluación o pedir ayuda médica, para que se pueda confirmar el diagnóstico e iniciar el tratamiento adecuado lo antes posible. Descubra cómo iniciar los primeros auxilios en caso de sufrir un derrame cerebral.
Cómo confirmar el diagnóstico.
El diagnóstico de un ictus hemorrágico normalmente se realiza teniendo en cuenta los síntomas presentados y los resultados de pruebas como la tomografía computarizada o la resonancia magnética, que permiten visualizar la hemorragia cerebral.
Posibles Causas
Las causas más comunes de accidente cerebrovascular hemorrágico son:
- Hipertensión no tratada;
- Malformaciones de los vasos en el cerebro;
- Uso incorrecto de medicamentos anticoagulantes o antiplaquetarios;
- Uso de drogas ilícitas, como cocaína y anfetaminas;
- Enfermedades que dificultan la coagulación de la sangre, como la hemofilia;
- Vasculitis, que es la inflamación de los vasos del cuerpo;
- Aneurisma cerebral;
- Tumor cerebral.
Además, el ictus hemorrágico es más común en hombres mayores de 55 años, fumadores, en casos de enfermedades hepáticas y consumo excesivo de alcohol, por ejemplo.
Diferencias entre ictus isquémico y ictus hemorrágico
El accidente cerebrovascular hemorrágico ocurre cuando un vaso en el cerebro se rompe y provoca un hematoma. El accidente cerebrovascular isquémico ocurre cuando la circulación sanguínea a través de un vaso en el cerebro se interrumpe, por ejemplo, debido a un coágulo, lo que afecta la función cerebral. Conozca las principales diferencias entre los tipos de ictus.
Cómo se realiza el tratamiento.
El tratamiento del ictus hemorrágico suele implicar el control de la presión arterial, el sangrado y posibles complicaciones, como convulsiones. Por tanto, puede estar indicado el uso de medicamentos como antihipertensivos, analgésicos, sedantes y anticonvulsivos.
En casos más graves, especialmente cuando el sangrado causa hidrocefalia o compresión de partes del cerebro, puede ser necesaria una cirugía para evitar que la condición de la persona empeore. Comprenda mejor cómo se trata el accidente cerebrovascular hemorrágico.
Además, la rehabilitación con fisioterapia, logopedia o terapia ocupacional, por ejemplo, puede estar indicada cuando la persona se encuentra más estable, especialmente en el caso de secuelas, siendo importante para mejorar la calidad de vida tras un ictus.
¿Existe una cura para el accidente cerebrovascular hemorrágico?
El accidente cerebrovascular hemorrágico se puede curar en algunos casos, especialmente cuando se identifica y trata rápidamente. Sin embargo, dependiendo de la gravedad, la persona puede necesitar vivir con secuelas, incluso cuando la rehabilitación se realiza de forma adecuada.
Posibles secuelas
El ictus hemorrágico puede provocar secuelas como:
- Dificultad para hablar o tragar comida;
- Pérdida de coordinación de movimientos;
- Dificultad con el razonamiento y la memoria;
- Falta de equilibrio;
- Disminución de la sensibilidad en partes del cuerpo;
- Dificultad para mover partes del cuerpo, como brazos y piernas.
Además, el riesgo de secuelas tiende a ser mayor cuando el ictus hemorrágico tarda en identificarse y tratarse adecuadamente.
Como prevenir
El ictus hemorrágico se puede prevenir mediante medidas como tratar adecuadamente la presión arterial, evitar el consumo de alcohol, cigarrillos o drogas y no utilizar medicamentos sin consejo médico, especialmente anticoagulantes que, si se toman incorrectamente, pueden aumentar el riesgo de sufrir un ictus.