El eritema infeccioso, también conocido popularmente como enfermedad de la bofetada o síndrome de la bofetada, es una infección de las vías respiratorias y de los pulmones, muy común en niños de hasta 15 años y que provoca la aparición de manchas rojas en la cara, como si el niño hubiera tenido recibió una bofetada.
Esta infección es causada por el virus. parvovirus B19 y, por tanto, también puede conocerse científicamente como parvovirus. Aunque puede ocurrir en cualquier momento, el eritema infeccioso es más común en invierno y principios de primavera, especialmente por su forma de transmisión, que se produce principalmente a través de la tos y los estornudos.
El eritema infeccioso tiene cura y el tratamiento normalmente sólo incluye reposo en casa y una correcta hidratación con agua. Sin embargo, si hay fiebre, es importante consultar al médico de cabecera o al pediatra, en el caso de los niños, para comenzar a utilizar medicamentos para reducir la temperatura corporal, como el Paracetamol, por ejemplo.
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Síntomas principales
Los primeros síntomas del eritema infeccioso suelen ser:
- Fiebre superior a 38ºC;
- Dolor de cabeza;
- Rinorrea;
- Malestar general.
Dado que estos síntomas no son muy específicos y aparecen en invierno, muchas veces se confunden con la gripe y, por eso, es relativamente común que el médico no le dé mucha importancia al principio.
Sin embargo, al cabo de 7 a 10 días, el niño con eritema infeccioso desarrolla la característica mancha roja en la cara, lo que acaba facilitando el diagnóstico. Esta mancha tiene un tono rojo brillante o ligeramente rosado y afecta principalmente a las mejillas del rostro, aunque también puede aparecer en los brazos, el pecho, los muslos o las nalgas.
En los adultos, la aparición de una mancha roja en la piel es más rara, pero es común que haya dolor en las articulaciones, especialmente en las manos, muñecas, rodillas o tobillos.
Cómo confirmar el diagnóstico.
La mayoría de las veces, el médico puede realizar el diagnóstico simplemente observando los signos de la enfermedad y evaluando los síntomas que la persona o el niño puede describir. Sin embargo, como los primeros signos no son muy específicos, puede ser necesario que aparezca la mancha en la piel o el dolor en las articulaciones para confirmar el diagnóstico de eritema infeccioso.
Sin embargo, si hay alta sospecha de infección, el médico también puede ordenar, en algunos casos, un análisis de sangre para identificar si existen anticuerpos específicos contra la enfermedad en la sangre. Si este resultado es positivo, indica que la persona realmente tiene eritema infeccioso.
¿Cómo ocurre la transmisión?
El eritema infeccioso es bastante contagioso, ya que el virus puede transmitirse a través de la saliva. Por tanto, es posible contraer la enfermedad si se está cerca de una persona infectada o de un niño, especialmente al toser, estornudar o soltar saliva al hablar, por ejemplo.
Además, compartir utensilios, como cubiertos o vasos, también puede provocar que una persona desarrolle eritema infeccioso, ya que el simple contacto con la saliva infectada también transmite el virus.
Sin embargo, esta transmisión del virus sólo se produce en los primeros días de la enfermedad, cuando el sistema inmunológico aún no ha logrado controlar la carga viral. Por tanto, cuando aparece la mancha característica en la piel, normalmente la persona ya no está transmitiendo la enfermedad y puede volver al trabajo o al colegio si se siente bien.
Cómo se realiza el tratamiento.
En la mayoría de los casos no es necesario un tratamiento específico, ya que no existe ningún antivirus capaz de eliminar el virus. parvovirus y el propio sistema inmunológico puede eliminarlo por completo al cabo de unos días.
Por ello, lo ideal es que la persona que padece la infección deba descansar para evitar el cansancio excesivo y facilitar el funcionamiento del sistema inmunológico, así como mantener una hidratación adecuada bebiendo líquidos a lo largo del día.
Sin embargo, como la infección puede causar muchas molestias, especialmente en niños, se suele aconsejar consultar con un médico de cabecera o con un pediatra para iniciar un tratamiento con analgésicos, como el Paracetamol.